Lucero prende un cigarro mientras recibe una llamada. La joven habla, fuma y da unos cuantos pasos afuera de una carpa blanca instalada en la Plaza de Santo Domingo, en el Centro Histórico de la Ciudad de México. Lleva un vestido de coctel color vino con encaje en las mangas y botas estilo Dr. Martens. A lo lejos se escuchan los gritos de los impresores y los ruidos de la maquinaria que perfora el concreto de la calle República de Brasil. Es el 27 de octubre y el otoño está en su apogeo.
Al lado de la carpa algunas mujeres colocan dos mesas y despliegan sus productos: bolsas, cestos, lentes y dulces. En el suelo, una manta blanca con el logo “Mi Mercado” destella con la luz del mediodía. Lucero apaga el cigarro y espera a que Zuleika, micrófono en mano, le dé la señal para arrancar el evento que han organizado: una pasarela de moda.
Esta es la historia de tres mujeres que han luchado contra la pandemia para defender su trabajo ante el cierre de mercados públicos de la Ciudad de México. Lucero Pérez, del mercado Mixcalco, Zuleika Castellanos, de Zacatito, y Maura Serrano, del mercado de Jamaica, han organizado ventas, reuniones, peticiones a las autoridades y hasta un desfile de modas para promover su mensaje: “Comprar en mercados es hacer patria, es ejercer la soberanía”. En el camino se han enfrentado al machismo de sus compañeros, la indiferencia de las autoridades y la competencia desleal de los supermercados.
Luego de varios meses de resistencia, Lucero sabe que la pasarela es una acción para no perder la batalla contra los supermercados y la falta de “visibilidad” de los mercados tradicionales. Cuando las chicas están listas y se han ataviado con los vestidos del Mercado Mixcalco, donde ella trabaja, Lucero confirma que el acto está por comenzar.
Una historia alternativa de Mixcalco
En el Mercado Mixcalco la conocen como “la chica de las botitas” o “la del cabello rapado”. Pero, en realidad, Lucero Pérez es mucho más que su imagen. Luz tiene 38 años y viene de una línea de comerciantes: su abuela y su padre son comerciantes de Mixcalco desde hace décadas. Ella vende vestidos.
Hace algunos años cursó Estudios Latinoamericanos en la UNAM, donde entendió que la cultura y su diversidad son fundamentales en la vida de una comunidad. Vive con sus dos hijos adolescentes y su compañero Gabriel, fotógrafo independiente.
A diferencia de la mayoría de los comerciantes del Mercado Mixcalco, Lucero no es propietaria de un local. Es empleada en el local 485 del pasillo 11, uno de los tres locales que su familia renta en Mixcalco. Y esa condición la ha llevado a discutir la desigualdad entre locatarios y empleados. “Nunca se nos invita a participar. Algunos (locatarios) ayudaron, pero no todos lo hicieron”, afirma.
El Mercado Mixcalco, fundado en septiembre de 1957, cerró temporalmente al inicio de la pandemia por no vender artículos de “primera necesidad”. La mayoría de los 931 locales ofrecen vestidos para XV años, bodas y bautizos. También hay negocios de telas y blancos, talabartería, bonetería y accesorios litúrgicos.
A falta de una mesa directiva o un administrador del mercado, Lucero no dudó en levantar la voz cuando empezó la pandemia, en especial en defensa de los trabajadores que no eran propietarios. En Mixcalco se formó una Mesa de Trabajo, a la cual se integró.
En los primeros meses, Lucero y otros comerciantes entablaron un diálogo con autoridades de la Alcaldía Cuauhtémoc y de la Secretaría de Desarrollo Económico (Sedeco) del gobierno capitalino, específicamente con el titular de la Dirección de Abasto, Comercio y Distribución, Gabriel Leyva. El equipo de este funcionario los recibió sin saber que eran empleados, no locatarios.
—La entrevista que tuvimos fue rara, tanto para ellos como para nosotros. Porque nos dijeron que nunca habían recibido a un grupo de empleados. Que siempre era con los dirigentes, con los locatarios, con las mesas directivas.
A raíz de este encuentro los comerciantes consiguieron un subsidio de tres mil pesos para más de 300 locatarios y sus respectivos trabajadores, entregado por la Secretaría de Trabajo y Fomento al Empleo. Esto, a pesar de que el Mercado no tenía un padrón completo de su comunidad.
¿Salsa feminista en lugar de arbolito de Navidad?
El 2 de julio, como muchos otros mercados, Mixcalco reabrió sus puertas. Pero la venta era escasa. El miedo pululaba por los alrededores.
Con el propósito de reactivar las ventas, Luz propuso la realización de encuentros “Mujeres por el Mercado”, que convocaron a artistas y promotores culturales para promover el regreso de la gente a los pasillos de Mixcalco. Estas actividades se celebraron del 15 de julio al 23 de septiembre, aniversario del mercado. La Mesa de Trabajo evaluó positivamente el resultado… Al menos al inicio. La Avenida Circunvalación se llenó de poesía, baile y música. Entre los participantes estuvo el colectivo Las Musas Sonideras, un grupo feminista que difunde la actividad de las mujeres sonideras en México y Estados Unidos.
“Para nosotras, tocar en Mixcalco fue una oportunidad de volvernos a ver en el espacio después de haber tenido todo cancelado. Y bajo el lema: ‘Sólo el barrio salva al barrio’, comenzamos con la visibilidad mutua”, comenta Marisol Mendoza Gómez, conocida como “La Musa Mayor”, quien luego de tocar ahí comenzó a visitar otros mercados, como el Martínez de la Torre, en la Colonia Guerrero, y el Mercado Hidalgo.
Sin embargo, a raíz de estos eventos las dinámicas dentro del Mercado Mixcalco comenzaron a desestabilizarse. El resto de la Mesa de Trabajo no estuvo de acuerdo con la masificación y repetición de estas acciones.
—Inicialmente estaban conmigo; al principio les parecía de maravilla. Pero a raíz de que yo hice la dinámica más seguido (fueron seis sábados con eventos), ya no les gustó. Comenzaron a ser agresivos. Nunca de frente, pero sí en los grupos de WhatsApp del mercado. Comentarios groseros, misóginos y clasistas.
Algunos miembros de la Mesa de Trabajo, quienes pidieron omitir su nombre para este reportaje, especificaron que las diferencias con “Mujeres por el Mercado” se debieron a que no compartían el mismo concepto de cultura.
—El problema es que lo que Luz entiende como cultura, para nosotros no lo era. Lo de Las Musas Sonideras estaba bien, pero traerlas cada ocho días, como si fuéramos El Chopo, no era el target o el público objetivo que nosotros queríamos para el mercado. No es que quisiéramos algo más refinado ni de primera clase, pero queríamos que vinieran las familias. No es lo mismo que pase un niño y vea gente bailando salsa, a que vea un Nacimiento y un árbol de Navidad como en su casa. Además, nosotros buscamos reactivar la economía en el mercado. No estamos en contra de los eventos feministas, pero parecía que todo lo que se hacía era así y, pues, no, tenemos que campechanearlo.
“No somos botín político de nadie”
La pasarela comienza tarde porque llegar al Centro Histórico siempre es un embrollo. Ahí en Santo Domingo, mientras Lucero termina su cigarro, Zuleika Castellanos –con un vestido largo de tirantes color negro y el cubrebocas bien puesto– toma el micrófono y presenta a las comerciantes, ahora modelos, de La Merced, los mercados Jacarandas y Granaditas y del Mercado Nezahualcóyotl del Estado de México.
Algunas de ellas se conocen por las reuniones virtuales y es la primera vez que se miran cara a cara. Zuleika ha sido el epicentro de esos encuentros.
Desde hace diez años atiende una óptica en el Mercado del Zacatito, ubicado en la Colonia Argentina, alcaldía Miguel Hidalgo. Contactó a Lucero en la página de Facebook que ella gestionaba gracias a Maura Serrano, del Mercado de Jamaica. Desde que inició el confinamiento, Zuleika había pensado en crear una red para afrontar la crisis por la pandemia de los 329 mercados públicos de la ciudad.
Luego de solicitar firmas para apoyar el proyecto “Mi Mercado: Patria y Soberanía”, Zuleika tejió una red con otros locatarios y empleados de mercados de la zona metropolitana para dialogar sobre problemas comunes, como las medidas sanitarias y la gestión ante las autoridades. Para todo ellos “un mercado es un cachito de patria.”
Pero Zuleika sabe que los funcionarios no siempre están cuando se les necesita. Diputados o delegados, entre otras autoridades, no siempre atienden a las personas de los mercados, a menos de que haya procesos electorales en puerta. Por eso, Zuleika reconoce las tensiones que vienen ante las elecciones federales y locales que se efectuarán el 6 de junio del 2021. Tan solo en la Ciudad de México se disputarán 16 alcaldías, 66 diputaciones locales y 204 cargos de concejal.
—Soy muy incisiva en el tema: no van a encontrar a ningún político haciendo campaña, dando el panfleto, pidiendo el voto en una plaza comercial o en una tienda departamental. Eso lo van a encontrar en los tianguis y los mercados, porque los políticos saben que la comunidad se teje en el sistema de abasto tradicional. Pero no somos botín político de nadie. Y, por eso, la importancia de seguir resistiendo y sumándonos poco a poco para provocar la participación.
Un gremio abanderado por hombres
Organizarse siempre es complejo. Cuando Lucero efectuó los eventos culturales, los acuerdos y diálogos en la Mesa de Trabajo en Mixcalco se desestabilizaron. Como algunos integrantes no estuvieron de acuerdo con la masificación de los eventos, Lucero decidió renunciar a su trabajo de representación de empleados en ese espacio.
La discordancia entre la perspectiva cultural y la necesidad de priorizar las ventas muestra lo difícil de articular una agenda que contemple a una comunidad más amplia. Tanto Lucero como Zuleika advierten que pese a la participación de las mujeres, las decisiones en los mercados tienen un peso mayormente masculino.
—Dentro de los mercados siempre ha habido una comunidad diversa —comenta Zuleika—. Si hiciéramos un mapeo general de las mesas directivas, nos daríamos cuenta de que las líderes más determinantes son las mujeres. Sin embargo, el mercado ha sido un gremio históricamente abanderado y dirigido por hombres.
Luz renunció porque cree que los mercados tienen que transformarse. Deben tomar en cuenta las diversidades, la cultura y la inclusión ya que éstas pueden generar un verdadero cambio:
—Si la gente ve que el espacio del mercado sirve para que vengan a escuchar música, poesía o ver una obra de teatro, van a defender el mercado, porque también se van a sentir parte de él. Y la misma gente de alrededor va a salir a defenderlo si nos quieren cerrar. Y eso es importante.
Quienes ya no caminan por los pasillos
Es casi la una de la tarde y se agota el tiempo permitido para la pasarela. Antes de abandonar los vestidos y el glamour, como Cenicienta, las mujeres posan para las fotografías. A lo lejos, con una blusa amarilla y tenis cómodos, Maura Serrano llega corriendo, con varios arreglos florales, característicos del Mercado Jamaica, y algunos dulces típicos. Se le hizo tarde, pero levanta unas cartulinas fosforescentes que dicen “Mercado Jamaica”. A toda prisa, alcanza a acomodarse para la foto bajo los arcos de la calle de Letrán.
Al igual que Zuleika, Maura lleva años tejiendo redes con la comunidad de los mercados de la Ciudad de México. A raíz de que contactó a Zuleika con Lucero las tres comenzaron a discutir sobre los derechos fundamentales de los comerciantes. Para Maura Serrano la seguridad social para la comunidad comerciante es lo primordial:
—La gente de los mercados está desprotegida en todos los sentidos, sobre todo en la cuestión médica. Si alguien se enferma o le llega a pasar algo, al final no tiene nada. Se quedan solos. Y es bien lamentable ver a mucha gente de la tercera edad o a trabajadores que, cuando dejan el mercado, no tienen ningún recurso para subsistir.
Maura pertenece a la cuarta generación de una familia de comerciantes. Gracias al trabajo de sus padres pudo acceder a una educación universitaria; sin embargo, el amor por la vida de comerciante corre por sus venas.
En mayo de 2020, durante una de las juntas con Zuleika y Luz, Maura se conectaba desde el funeral de su padre, quien probablemente falleció de COVID-19. Antonio López Torres, de 64 años, no alcanzó a ser diagnosticado y presumen que su contagio ocurrió en el mercado.
Según los estudios de las afectaciones a Mercados Públicos, realizados por la Sedeco, en la alcaldía Venustiano Carranza, para el 10 de junio se habían registrado dos contagios y una defunción relacionadas con COVID-19. Sin embargo, Maura conoció, al menos, otras diez personas que fallecieron por este virus.
La Venustiano Carranza se ha mostrado flexible en comparación con otras alcaldías. Aun así, Maura reconoce el reto de mantener el legado de su padre en la pandemia. Por eso no se rinde. Piensa que resistir es un homenaje:
—He tratado de pensar la ausencia de mi padre como una motivación. Su partida, junto con la de muchos compañeros que dejaron de caminar en nuestros pasillos, sentó las bases de las cuales ahora yo me siento responsable. Es muy difícil, pero con esta situación que vivimos fue un fin, pero también el principio de algo.
Resistir hasta diciembre
La pasarela ha terminado. Los fotógrafos se van, las entrevistas terminan y los vestidos, todavía etiquetados, vuelven a las bolsas para regresar a Mixcalco. Algunos comerciantes ofrecen sus tarjetas. Otros regalan los productos que les sobraron de la exposición. Entre el calor y los curiosos transeúntes, Maura, Zuleika y Lucero se saludan. Saben que están juntas en esto.
Tanto en el Buen Fin como con la llegada de las celebraciones navideñas, los mercados están en desventaja. Si bien, diciembre es la mejor temporada de ventas, con la cancelación de las romerías anunciadas el 4 de diciembre por el titular de Sedeco, Fadlala Akabani Hneide, las tres comerciantes saben que no pueden bajar la guardia. Persiste el interés por el diálogo y la organización de nuevas acciones. Visibilizarse y conseguir ventas es lo necesario para el futuro incierto en la pandemia.
“Los mercados, en comparación de las tiendas departamentales, nos vamos a quedar chiflando en la loma. Tenemos que seguir resistiendo”, concluye Zuleika.
Las tres mujeres se despiden. Saben que desde su local tienen que sobrevivir y trabajar por mejores tiempos. Pero saben, también, que su voz ha sido escuchada, por lo menos, una vez más. Con el sol en su esplendor, las mujeres parten hacia sus mercados, mientras la fuente de Santo Domingo sigue borboteando agua.
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El viernes 18 de diciembre, ante el 75% de ocupación de capacidad hospitalaria de la capital, la jefa de gobierno Claudia Sheinbaum anunció el cierre de actividades no esenciales en el Área Metropolitana hasta el 10 de enero de 2021. El Mercado Mixcalco permanece abierto, con un horario de 10 de la mañana a 5 de la tarde.
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Tras la publicación de este reportaje, se puso en contacto con Corriente Alterna el locatario Francisco Javier Torres Frías, del Mercado 108 La Merced Mixcalco, integrante de la Mesa de Trabajo del Mercado Mixcalco. Aquí reproducimos una síntesis de sus comentarios, a manera de réplica.