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Un canto en el Metro, para poder vivir

Foto: Jennifer Turrubiartes, Corriente Alterna

Línea 2 del Cablebús: un problema de altura

Jennifer Turrubiartes, estudiante / Corriente Alterna el 19 de febrero, 2022

Escucha aquí el podcast:

A casi seis meses de su apertura, usuarios de la Línea 2 del Cablebús, el nuevo teleférico de la Ciudad de México, han reportado más fallas electromecánicas de las que admite la Secretaría de Movilidad. Las autoridades señalan a las personas por retrasar el transporte y “temerle a lo nuevo”.

En seis meses, Perla Rodríguez, jubilada de 54 años, se ha quedado varada en al menos tres ocasiones en una góndola de la Línea 2 (L2) del Cablebús, teleférico inaugurado por la jefa de Gobierno Claudia Sheinbaum el 8 de agosto de 2021. En una de esas ocasiones quedó suspendida en el aire durante 40 minutos. 

“Aunque ya lo he vivido tres veces de Constitución a Quetzalcóatl, siempre me da ansiedad, mareo y un poco de vértigo”, comenta la mujer que usa este transporte todos los días.

“He vivido ocho fallos en las alturas, de cinco y hasta 30 minutos. A veces sí me da miedo, porque las cabinas comienzan a mecerse”, añade Blanca Saldaña, de 37 años, quien sigue ocupando este transporte “porque el miedo se controla, pero los asaltos en los camiones, no”.

Como ellas, diversos usuarios comentan en redes sociales y en entrevista que, pese a tener cierta desconfianza en el Cablebús —“a que la obra se caiga, como todo lo que hace esta ciudad”, señala Blanca—, es su mejor opción por el precio accesible, la seguridad en términos de criminalidad y la rapidez con la que fluye cuando no hay filas excesivas para tomarlo. 

A medio año de la apertura de la L2, con siete estaciones que van de Constitución de 1917 a Santa Marta, en la alcaldía Iztapalapa, y que tuvo un costo de 3 mil 183 millones de pesos, la Secretaría de Movilidad (Semovi, encargada de coordinar dicho transporte) reconoce solo dos fallas electromecánicas. Sin embargo, los usuarios de este teleférico, que atraviesa las colonias marginadas de la zona oriente de la metrópoli, denuncian en redes sociales como Facebook y Twitter que las deficiencias en el suministro de energía son frecuentes. 

Usuarios de la Línea 2 del Cablebús
Usuarios de la Línea 2 del Cablebús en Iztapalapa / Foto: Jennifer Turrubiartes, Corriente Alterna

Es “miedo” a lo nuevo

En entrevista con Corriente Alterna, Rodrigo Díaz, subsecretario de Planeación, Políticas y Regulación de Semovi, asegura que, pese a que existen reportes y quejas por parte de los usuarios, “estos se deben al miedo a un transporte nuevo”. 

El funcionario afirma que, hasta el momento, solo se han registrado dos fallas en el funcionamiento eléctrico: la que ocurrió durante el sismo del 7 de septiembre de 2021 (magnitud 7.1 en escala Richter) y la del 19 de septiembre, por las cuales Leitner SPA —la empresa italiana responsable de construir y desarrollar el sistema— pagó una multa de 200 mil pesos.

“Sucede que hay intervenciones o pausas en el servicio de uno, dos o cinco minutos, que son absolutamente normales, como en el Metro. Esto pasa por muchas razones; a veces hay algún incidente en las estaciones, los usuarios tardan en subirse a las cabinas o los empleados ayudan a las personas mayores, en silla de ruedas, a subir”, detalla el funcionario, quien fuera “consultor de movilidad” en el sector privado.

Desde su perspectiva, las fallas que reportan los ciudadanos no pueden considerarse un inconveniente y, subraya, el único problema con la Línea 2 del Cablebús es que “no se esperaban tantos usuarios, puesto que fue hecha para 48 mil usuarios y actualmente maneja más de 68 mil pasajeros por día”. Las dificultades eléctricas que ha tenido el sistema son normales, insiste, pues  tener dos “incidentes” está dentro del rango de deficiencias a nivel internacional.

Roberto Remes, maestro en políticas públicas por el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM), explica en entrevista que la decisión de crear un teleférico tan largo incrementa los tiempos de espera de los usuarios y provoca un mayor desgaste en el cableado. 

“El diseño de cabina es adecuado, pero no el largo del cable. El querer presumir el récord Guinness es el gran error”, recalca quien fuera profesor de la especialización en Espacio Público y Movilidad Urbana en la UNAM. “Lo que vas a tener es una tensión adicional donde, tarde que temprano, por el peso de las cabinas, el cable va ir rozando por la distancia”, señala sobre la llamada línea de teleférico “más larga del mundo”.

Cabinas de la Línea 2 del Cablebús
Cabinas de la Línea 2 del Cablebús en Iztapalapa / Foto: Jennifer Turrubiartes, Corriente Alterna

En este sentido, el subsecretario Díaz recalca que las necesidades de mantenimiento son responsabilidad de Leitner SPA, quien cubrirá los gastos, pues así quedó establecido en el contrato. Sobre este punto destacó que cada 24 horas se le da mantenimiento a las cabinas y, “a veces”, se realiza un chequeo general de tensión de cable, mismo que ayudó recientemente a detectar un tramo de cable en mal estado. 

A pesar de la insistencia del funcionario en los “dos incidentes” registrados, otra instancia del gobierno capitalino parece confirmar las quejas de los usuarios. 

La Secretaría de Obras, encargada de supervisar este transporte, reconoció siete “detenciones de cabina” entre el 8 de agosto y el 21 de noviembre de 2021, según información obtenida vía transparencia por El Universal. Los paros del sistema fueron ocasionados, principalmente, por problemas en el suministro de energía eléctrica, así como en los sistemas de control-alimentación de motor principal, control de seguridad, control de frenos y por la puesta en funcionamiento del botón de paro. 

En su respuesta al diario, la dependencia informó que para dar mantenimiento y reparar las deficiencias en la Línea 2 del Cablebús, Leitner SPA debe invertir 159 millones 755,472 pesos en su primer año de operación. 

Por lo demás, los altos costos de mantenimiento, relacionados con el diseño que eligió el gobierno capitalino, no son exclusivos de la L2 del Cablebús: ha sucedido en otros proyectos de movilidad en la Ciudad de México, como la Línea 12 del Metro que, previo al desplome de mayo pasado, destinaba 120 millones de pesos para este concepto, además de 2 mil millones por la renta de los trenes, según reportó Animal Político.

Sismo en las alturas

El 7 de septiembre de 2021, Erick Castillo abordó una de las cabinas que se trasladan en las alturas de la zona oriente de la CDMX cuando, de pronto, sintió un balanceo; no el de siempre sino “en círculos”. Al tiempo, en el horizonte notó destellos de colores y la alerta sísmica comenzó a sonar. Estaba temblando. 

Una mujer, a su lado, comenzó a gritar: “¡Ya fuimos, nos vamos a caer!” Les llevó tiempo retomar la calma y, aunque ya había dejado de temblar, las cabinas no avanzaron. “Me desesperé por estar más de una hora ahí. Yo había tomado esa ruta para evitar el tráfico”, cuenta el joven de 21 años.

Víctor Ponce fue otro usuario que experimentó el sismo en las alturas. Cuando llegó a la estación Xalpa, la canastilla de la L2 del Cablebús se paró de golpe y comenzó a mecerse. 

“La verdad sentí miedo, angustia, creo que llegué a pensar en la muerte”, comenta Víctor, quien estuvo atorado por una hora, durante la cual, la única indicación que recibió por las bocinas de la cabina fue “conservar la calma”. “Al llegar a la estación comencé a llorar”, recuerda Víctor, quien aún ocupa este transporte, aunque se altera con cualquier movimiento.

El sismo provocó la primera falla registrada en el novedoso sistema de transporte de la ciudad, que en ese momento llevaba apenas cuatro semanas en operación. 

A este suceso se sumaron las deficiencias que presentó el 19 de septiembre, por lo que Leitner SPA tuvo que pagar  100 mil pesos de multa por cada una de las dos fallas eléctricas del mes de septiembre de 2021. Así, la empresa italiana provocó la molestia de la jefa de Gobierno.

“Es inaceptable que esto pase y se están tomando todas las medidas para evitar una situación de este tipo. Estamos haciendo todo lo posible para que no haya una falla eléctrica más”, manifestó Sheinbaum en conferencia de prensa el día 22 de septiembre de 2021, tras señalar que Leitner SPA no contaba con una persona que supervisara cada una de las estaciones y estuviera presente para la toma de decisiones en los puntos estructurales y de control del Cablebús. 

Como medida de prevención, el Gobierno de Ciudad de México exigió a Leitner SPA que designará un supervisor calificado para cada una de las estaciones de la Línea 2 del Cablebús, particularmente en aquellas en las que puede haber problemas en los motores debido a lluvias, ráfagas de viento o algún otro fenómeno.

Leitner SPA, bajo la lupa

Medios nacionales e internacionales como Reforma, Obras Expansión y El Español, publicaron en 2021 que Leitner Spa, la empresa constructora de la Línea 2 del Cablebús, era investigada en Piamonte, Italia, por el desplome de un teleférico en el que se rompió un cable del sistema (con estructura similar al de la del teleférico mexicano). 

El teleférico cayó desde una altura de 15 metros, causando la muerte de 14 personas. Según los reportes, el gobierno italiano acusó a la constructora de “utilizar materiales inadecuados para la topografía de la zona” en los cables y la planta eléctrica.

Sin embargo, al momento de realizar una búsqueda hemerográfica en medios italianos, la información arroja que, si bien Leitner SPA construyó y remodeló una fracción del teleférico en cuestión, la tragedia se produjo tras la manipulación de los sistemas de seguridad (desactivación de los frenos de emergencia) por parte del responsable de la empresa privada italiana Ferrovie del Mottarone, encargada de gestionar el teleférico. En consecuencia, Ferrovie del Mottarone fue acusada del delito. Leitner SPA quedó, únicamente, bajo la lupa.

En entrevista, el subsecretario Rodrigo Díaz comentó que toda la información dada por los medios sobre la investigación a Leitner SPA es “absolutamente falsa”, pues la empresa no tenía injerencia al momento del siniestro en Italia.

Roberto Remes, por su parte, considera que no hay motivo para desconfiar de la empresa. Sin embargo, “el gobierno sí debe tomar en cuenta las preocupaciones de los usuarios y darles certeza de que están usando un medio seguro”. 

A la altura de la marginación

Con tan solo siete pesos, los usuarios pueden recorrer las siete estaciones que conforman los 10.55 kilómetros de esta la segunda línea de teleférico en la Ciudad de México. 

“Un modo de transporte moderno que hace efectivo el derecho a una movilidad eficiente, segura y sustentable en áreas de la ciudad que habían sido históricamente relegadas. La Línea 2, que es el teleférico más grande del mundo, permitirá reducir el tiempo de traslado de las personas de 1:15 horas a 36 minutos”, presume el gobierno en la página oficial

Vista de la Línea 2 del Cablebús Iztapalapa
Vista de la Línea 2 del Cablebús en Iztapalapa / Foto: Jennifer Turrubiartes, Corriente Alterna

Su recorrido sigue el modelo Ruta Leitner, compuesto por telecabinas donde viajan los usuarios, sujetas con soportes de tubo redondo y tensores de seguridad. Este prototipo fue propuesto por Leitner SPA.

Para llegar a la terminal Santa Marta, el usuario atraviesa el paradero de autobuses. Al subir las escaleras de la estación se forma una larga fila, aunque avanza rápido. Luego, los usuarios tienen doce segundos para abordar. Una vez dentro de la cabina, se siente una pequeña turbulencia, una sacudida que se repite en cada cambio de torre (los postes que suministran energía) y de estación. 

La góndola se mece con el viento. El teleférico avanza sobre techos de lámina, personas que tienden su ropa, perros de azotea, casas a medio construir y terrenos baldíos.

Roberto Remes asegura que el Cablebús era un medio de transporte necesario para Iztapalapa, debido a sus condiciones geográficas, pues se pensaba que podía llegar a las zonas más altas de la alcaldía; sin embargo esto no se logró. 

Desde su punto de vista, se pudo fortalecer el transporte en calle con un Metrobús que conectara en la terminal con cuatro líneas generadas de Cablebús, más cortas que la Línea 2, pero que sí llegarán  las zonas altas, donde la población tiene un acceso mínimo al transporte público seguro.

Dos estaciones después, en Xalpa, es necesario transbordar a una nueva cabina para continuar con el tramo restante. Nuevamente hay filas. Según las quejas de los usuarios en redes sociales, éste es “el Pantitlán del Cablebús”: la espera puede demorar hasta sesenta minutos en las horas pico; solo que, a diferencia de la caótica estación del Metro, nadie empuja y todos suben rápidamente, incluso en medio de la aglomeración.

Al pasar la torre de la estación Quetzalcóatl, una madre le comenta a sus hijos: “No se espanten si se marean en este tramo, es normal”. Segundos después, la cabina se detiene un momento y, luego, continúa su camino. Antes de llegar a Constitución, los usuarios se preparan: toman rápidamente sus cosas y bajan, sin inconveniente, del transporte en movimiento.

Contenido elaborado con la mentoría de Alejandra Crail