Érika Villegas Hernández, a sus 54 años, votó por primera vez el 6 de junio de 2021. Como mujer trans, intentó ejercer este derecho a los 19 años, pero en su natal Monterrey la discriminaron. “Ustedes no pueden votar”, recuerda que le indicaron en la casilla electoral.
–De ahí dije: “no vuelvo a votar, vayan a la jodida” –agrega en entrevista.
Décadas después votó sin ningún obstáculo en la colonia Obrera, de la alcaldía Cuauhtémoc. Las razones de este logro son variadas. Ahora vive en la Ciudad de México, uno de los 14 estados donde el cambio de identidad de género está permitido. Ella modificó su nombre legal en 2015. Un año después, el Instituto Nacional Electoral (INE) aplicó por primera vez en unas elecciones –las presidenciales de 2018– el protocolo trans. Se trata de una serie de lineamientos para garantizar el voto de las personas trans. Incluso de aquellas con credencial de electxr en la que su foto no coincide con su expresión e identidad de género actual.
El otro motivo para que Érika se animara a votar fue el hartazgo. La decisión del presidente Andrés Manuel López Obrador de cancelar los apoyos gubernamentales a las organizaciones de la sociedad civil, como la que ella dirige, de nombre Agenda Nacional Política Trans, impactó a la comunidad que acompaña. A quienes brinda pruebas rápidas de detección de Infecciones de Transmisión Sexual (ITS) y asesorías en materia de inclusión y no discriminación. El hartazgo acumulado: hace años que las personas trans no figuran en las agendas políticas.
Un protocolo federal que no se cumple en los estados
Aunque el protocolo trans del INE es un logro histórico y fue aplaudido internacionalmente, su aplicación es desigual en el país. En la Ciudad de México avanzó en estas elecciones, pero en otros estados lo desconocieron.
En una casilla electoral de la colonia Obrera se dirigieron a Lola Delgadillo, mujer trans y activista de 41 años que no ha cambiado su identidad legal, con pronombres masculinos.
–El que estaba revisando la lista, en vez de decir “ahorita la paso”, dijo “ahorita lo paso”. Volteé con mirada fulminadora, de “pa´que me respetes”, y ya el chico me dijo: “sí pásele por allá, señora”.
En 2018 fue peor. Pese a que el protocolo trans establece que las personas deben ser llamadas por sus apellidos, lxs observadores electorales de los partidos exigieron saber su nombre completo y al escucharlo, no faltaron las burlas de lxs vecinos.
–Sí me molestó que hicieran eso, porque te causa estigma y la demás gente que escucha tu nombre legal te discrimina –explica.
Usuarixs de redes sociales denunciaron otros actos de discriminación durante la jornada electoral de 2021. Héctor R. Herrera, locutor del programa de radio Viernes de diversidad, escribió en Twitter que discriminaron a un amigo suyo en Torreón, Coahuila. Le llamaron por su deadname (nombre que las personas trans ocupaban antes de su cambio de identidad), le cuestionaron su apariencia, y una representante de casilla se negaba a dejarle votar por “usar una INE que no era (suya)”.
Desde Puebla, la comunicóloga Diana Vardi denunció que también gritaron su deadname y cuando preguntó por el protocolo del INE, lxs funcionarios de casilla la ignoraron.
“Cuestioné a la mesa donde se encontraban los funcionarios de casilla por el #ProtocoloTrans y uno, quien voceaba tajante, sin verme a la cara respondió que no y siguió gritando”, publicó Vardi en Twitter.
Rebeca Garza, mujer trans, exfuncionaria del INE y una de las principales impulsoras de este protocolo, explica que lxs representantes de casilla deben ser capacitadxs y sensibilizadxs, pues no basta con darles información sobre el protocolo en un folleto.
–Que el protocolo exista como documento no quiere decir que ya cambió la realidad que vivimos, que desaparecieron los estigmas y que las personas no van a violentar –dice en entrevista telefónica.
Sin información visible sobre el protocolo trans
–¿Dónde están los carteles sobre el protocolo trans? –cuestiona Gislenne Zamayoa a un representante del INE en la casilla electoral 4476, ubicada en la Colonia del Valle, de la alcaldía Benito Juárez.
Mujer trans, arquitecta y activista, votó en este municipio panista sin contratiempos. Sin embargo, lamenta que a solo tres años de que el INE aplicara el protocolo trans ya no haya difusión del mismo. En esta jornada electoral no hay carteles que expliquen cómo garantizar el voto de las personas trans y dónde denunciar actos discriminatorios. El funcionario del INE le explica que este año no recibieron de esos pósteres que inundaron las casillas en 2018. Pero, le asegura, a lxs funcionarixs les entregaron trípticos informativos.
En algunas casillas del centro de Morelia, Michoacán, los carteles con la información del protocolo permanecieron en cajas, cuenta Irene Valdivia, una mujer transexual y activista que participó en la jornada electoral como observadora. Ella pidió a lxs jefxs de casilla que pegaran los pósteres en lugares visibles.
–En una casilla me dijeron que habían puesto el cartel, pero un hombre se puso hostil, lo arrancó y se puso a gritar cosas. Hubo que llamar al 911 para retirar a esta persona que se puso agresiva –describe.
La exfuncionaria electoral Rebeca Garza detalla que no basta con esos carteles, aunque son necesarios. Previo a las elecciones de 2018 pidieron que la información sobre el protocolo trans se difundiera en los tiempos oficiales de radio y televisión que el Estado pone a disposición del INE. Como este documento se aprobó en diciembre de 2017, a meses de la jornada electoral, les dijeron que “ya no daba tiempo”. Pasaron tres años ya y en esta elección tampoco se difundió el tema en medios masivos de comunicación.
–Antes nos decían: “no da tiempo”. ¿Ahora cuál es el argumento? –cuestiona Garza.
Si el mensaje no permea en la población, expone, es más difícil combatir los estigmas y prejuicios, y sus consecuencias. A Lola Delgadillo le indignan esas actitudes y asegura que por eso vota, para exigir a sus representantes acciones contra los crímenes de odio. Pero el miedo a la discriminación también lleva a alejarse de las urnas.
–Yo no me siento segure en mi colonia para salir con una expresión de género no masculina, así que no me voy a arriesgar –comenta Sann Avelica. Elle es una persona no binaria, es decir, no se identifica con un género masculino o femenino.
Tiene 21 años, estudia Artes Visuales y vive en Tlalpan, al sur de la Ciudad de México. Es un lugar inseguro, dice, donde los balazos rompen la quietud de la noche y lxs habitantes amenazan a quienes lucen diferente. En otro contexto, vestiría con camisas de flores, falda y usaría aretes. Saldría a votar sin verse obligade a vestirse de “hombre”.
Lo que falta
Érika Villegas Hernández quería participar en las elecciones de 2021 como observadora electoral. Buscó hacerlo con el Partido Revolucionario Democrático (PRD). Se anotó como voluntaria, pero no la eligieron. No le explicaron nada, así que la idea de que la rechazaron por ser una mujer trans no sale de su cabeza.
–Yo quería estar en una casilla para ver el proceso electoral y si había inclusión para mujeres trans, pero ya vi que no –sostiene.
Rebeca Garza dice que hay una brecha de desigualdad que no cubre el protocolo: a las personas trans no se les emplea. Dentro del INE, de los partidos políticos y las instituciones públicas, subraya, se necesitan personas trans y espacios libres de violencia y discriminación.
Sin elles en los centros de trabajo, los estigmas continuarán fuera de las urnas. En el propio INE, por ejemplo, tramitar la identificación oficial es un problema.
En enero de este año, Diego, otra persona no binaria, agendó una cita en un módulo electoral de Querétaro. Quería que su identidad de género se reflejara en la credencial de electxr, pero se encontró con una negativa: ese estado no reconoce la existencia de las personas no binarias. Tuvo que ceder y quedar registrade como hombre.
Garza, integrante de la colectiva QuereTrans, reconoce que aún hay un largo camino para prevenir la discriminación y la exclusión.
–Las personas trans tenemos derecho no solo de votar, sino de convivir y laborar con dignidad.