Nervios, ilusión, miedo, son algunas de las emociones con las que se recuerda ‘el día que amaneció dos veces’, aquel 11 de julio de 1991, cuando un eclipse solar cubrió de sombras varias ciudades de México y Latinoamérica.
Iván, Elisa, Lacendi y Víctor no tenían ni diez años cuando presenciaron el fenómeno conocido entonces como el “eclipse del siglo”. A más de tres décadas, cuentan los mitos, supersticiones y curiosidad que generó.
“Mi mamá tenía la idea de que cuando ocurre un eclipse, salen espíritus, ¿no? Y se le ocurrió decirnos a todos que nos pusiéramos una prenda roja o algo rojo. A mí me puso una playerita roja”, cuenta Elisa, quien hoy se dedica a la divulgación de la ciencia.
Como hoy, en 1991 la gente se reunió en las grandes plazas públicas para ver cómo la luna oculta al sol. Otras personas lo vivieron por televisión.
Por su poca frecuencia, los eclipses solares son un espectáculo fascinante.
Julieta Fierro, investigadora del Instituto de Astronomía de la UNAM y una rockstar de la divulgación científica en México, dice que, con casi 40 años de carrera, se sigue emocionando como la primera vez.
Tuvieron que pasar 33 años para poder apreciar uno de nueva cuenta en México. El próximo ocurrirá en 28 años, el 30 de marzo de 2054, según el Catálogo de Eclipses de la NASA.
“Creo que la sensación que te deja es eso, ¿no?, lo pequeño que eres en lo vasto que es el universo”, dice Víctor Gómez.
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