Cuautitlán Izcalli: vecinos se organizan para salvar el humedal
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Cuautitlán Izcalli, Estado de México.- A la altura del kilómetro 48 de la autopista México-Querétaro — a una hora y cuarto en automóvil desde el centro de la Ciudad de México— un grupo de ocho vecinos realiza observaciones de aves, auxiliados por sus binoculares, entre zonas industriales, bodegas y congestionamiento vial.

Son voluntarios de la Comunidad Civil Pro Lago Espejo de los Lirios, integrada por vecinos de edades y profesiones distintas: biólogos, un ingeniero agrónomo, un ama de casa, un ingeniero electromecánico, nucleados por iniciativa de Elizabeth Aguilera, su presidenta fundadora.

Al ver el abandono del parque, generado por la pandemia de covid-19, empezó a organizarse para rescatar el humedal y, al mismo tiempo, conciliar los intereses de quienes visitan el lugar. 

Los fines de semana, los visitantes van a correr entre árboles y vegetación. Hay canchas de futbol, ciclopista, un área de barras para calistenia, cancha de tenis, renta de caballos y hasta palapas con área para asado. 

Se trata de uno de los pocos espacios naturales que le quedan al municipio, Cuautitlán Izcalli. Desde su fundación en 1973, las tierras ejidales utilizadas para la agricultura fueron transformándose rápidamente en fraccionamientos habitacionales y zonas industriales de diferentes dimensiones, según apunta Israel Sandré Osorio en el Boletín del Archivo Histórico del Agua. 

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El parque Espejo de los Lirios tiene como centro un lago artificial, que mide 14 hectáreas y no alcanza más de 2.5 metros de profundidad. Lo alimenta un canal que arroja agua de la presa de Guadalupe. El lago se utilizó como bebedero para el ganado, hasta muy entrado el siglo XX. 

Dentro de ese humedal artificial, definido por el biólogo y vecino del humedal,  Jason Vargas como un “filtro” que convierte el agua contaminada en agua limpia, habitan cientos de especies. 

Según la última actualización de la plataforma Naturalista —una red social impulsada por la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio) —, en el humedal conviven flora y fauna local y migratoria: garzas morenas, pelícanos americanos, monjitas americanas, tepozanes, mariposa cometa, chipre trepador, chichicastle manso, ayohuiztle y otras tantas especies que se ven amenazadas por un enemigo común: la acción humana.

Hasta mayo de 2022, la plataforma contabilizó 2,339 observaciones y 74 observadores identificaron 507 especies. 

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Observar y preservar

Una de las estrategias de concientización, a partir del llamado “senderismo interpretativo” (actividad de caminata no deportiva, de aprendizaje colectivo) es la “pajareada”. Jason Vargas se encuentra al frente del proyecto, realiza avistamientos junto a los vecinos del parque y registra la llegada de aves migratorias. 

A lo largo del sendero están colocadas placas metálicas con códigos QR, donde se indica qué especie vive en la zona: su nombre común y científico, si es nativa o no, y el riesgo que corre. Junto a las placas hay imágenes de aves, creadas por grafiteros de la zona, aunque algunas han sido vandalizadas. 

Estas observaciones ciudadanas se recopilan y se cargan a e-bird, una plataforma donde cualquier persona en el planeta puede conocer la fauna del humedal. Jason se ha encargado de realizar un arduo levantamiento fotográfico: 128 imágenes de distintas especies de aves. 

Acciones de Comunidad Pro Lago

Otra de las primeras acciones de Comunidad Pro Lago fue el acordonamiento de la zona para delimitar el área recreativa del humedal. Dos kilómetros de laborioso esfuerzo: primero fue hecho con palos de madera y cable; pero, después de sufrir el robo de este último, optaron por utilizar hilo. 

Sin embargo, esta delimitación no basta. Elizabeth Aguilera reafirma que es frecuente encontrar perros sin correa que entran a jugar al humedal y perturban el frágil ecosistema.

Durante el recorrido, cuenta que toda la orilla del lago es una zona de refugio, anidación y alimento de aves, inclusive las partes secas. “Lo ideal es no pasar el acordonamiento”, agrega.

María Eugenia Rivera, maestra de inglés, está encargada del proyecto del jardín de plantas nativas, acordonado por los mismos voluntarios. Algunas plantas son tan pequeñas que se señalan con palillos de madera color rojo, humedecidos en efusión de flor de jamaica para no usar pintura artificial. 

El proyecto consiste en la recuperación de flora que existió en la zona: tepozanes, tejocotes, aguacates, guayabas, retamas, ahuizaches, palos azules y trompetillas. 

“El parque fue un bosque de encinos, pero se impuso la presencia de eucaliptos, pirules, truenos y cedros”, detalla Rivera. Son especies no endémicas que crean un desequilibrio en el ecosistema. 

Acciones importantes

Otra acción importante es el retiro de heno motita, el viejo conocido de los nacimientos mexicanos: planta gris, parecida a un puerco espín pequeño, que vive en los árboles y se alimenta del aire. Sin embargo, en este ecosistema es una plaga. 

Luz María González, ama de casa de 71 años, explica que la plaga seca los árboles al robarles oxígeno. Cada mata genera de treinta a cincuenta semillas, dispersadas por el viento. Las semillas se alojan en alambres y cables; viven del aire, según refiere. 

Dentro de Pro Lago, el ingeniero Óscar Monroy se encarga de capacitar a los voluntarios para el retiro y manejo del heno motita, que se expande rápidamente. Rocío Herrera, administradora de profesión e integrante del colectivo, indica que esta especie invasora se esparce por el aire y llega a los árboles de las casas aledañas. 

Eliminarla no es sencillo. Se quita manualmente porque no debe ser retirado por completo. La acción básica es cremar el heno, pero eso implica la posibilidad de generar incendios. Lo mejor es colocarlo dentro de una bolsa con agua y bicarbonato para quitarle el oxígeno. 

El reto de todas sus acciones es hacer que la comunidad se involucre, que entienda, cuide y disfrute del humedal. Es una tarea ardua, coinciden los activistas. 

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Temporada de incendios

El pasado 21 de febrero de 2023, un incendió consumió 2000 metros cuadrados cercanos al humedal. El fuego, sofocado por los bomberos, es apenas el inicio de la temporada de incendios. 

Los rastros del paso de fuego están ahí. Entre los pastizales y árboles quemados, el humo y decenas de colillas de cigarro, se ve volar a una monjita americana con sus elegantes y largas patas rosadas, agitando su plumaje blanco y negro, en busca de alimento. 

La Comunidad Civil Pro Lago Espejo de los Lirios continúa su labor, con voluntad y recursos propios, trabajando para resarcir algo que hoy día parece irremediable: el equilibrio ecológico. 

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