Maquillaje de Catrina: una nueva tradición 
Blanca caracterizada de Catrina en la Alameda Central. Foto: Paola Ramírez

Detrás de cada Catrina hay manos que pintan sobre la piel un homenaje a la muerte, brochas que dan vida al recuerdo. Entre flores, sombreros y lentejuelas, convierten la memoria en una nueva tradición.

Una tarde de 2020, durante su año sabático, Yamiley Callejas, de 23 años, empezó con un curso de pintacaritas tras ver un anuncio en redes sociales. Terminó por cambiar de profesión, al descubrir que un pincel podía abrirle camino a su verdadero propósito.

Dice que lo primero que le gustó de maquillar fue ver las expresiones de las niñas y niños. Para ella, lejos de la melancolía, maquillar una Catrina es rendir homenaje a la muerte con un toque festivo, colorido, mágico y alegre. 

Fotografía que muestra una mujer vestida y maquillada de Catrina con una corona de rosas blancas y rosas.
Maquillaje de Catrina elaborado por Yamiley. Foto: Cortesía Yamiley Callejas

Antes de vestirse de brillantina y colores, la Catrina era un símbolo de sátira. A principios del siglo XX, el ilustrador y grabador mexicano José Guadalupe Posada, creó una calavera ataviada con un sombrero elegante al estilo francés, como una crítica a la burguesía porfiriana que imitaba las costumbres europeas, especialmente españolas y francesas.

La Calavera Garbancera de José Guadalupe Posada.
La Calavera Garbancera, José Guadalupe Posada, 1910

Su nombre no siempre fue el mismo. Inicialmente, Posada la nombró La Calavera Garbancera, en referencia a algunos vendedores de garbanzo de aquella época que aspiraban pertenecer a un estatus social más alto y copiaban las modas europeas mientras negaban su origen indígena; así lo explica la autora Gabriela Torres Ramos en un artículo de la revista electrónica Vita Brevis, publicación del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).

Para Blanca, de 48 años, proveniente del estado de Chihuahua, La Catrina hoy en día significa cultura, tradición y entusiasmo. Señala que lo que más disfruta del maquillaje es el resultado final y poder rendir homenaje a los que ya no están.

Mujer vestida de negro y caracterizada de Catrina.
Blanca caracterizada de Catrina con pedrería. Foto: Paola Ramírez

Fue hasta 1947 cuando Diego Rivera le dio nombre al personaje con el que ahora la conocemos: La Catrina, nacida de la palabra catrín, término usado para referirse a quien vestía elegantemente. Rivera vistió y pintó a La Catrina de cuerpo entero, y le dio vida de la mano de su creador, José Guadalupe Posada, en el mural Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central.

Mural Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central de Diego Rivera
Mural Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central, Diego Rivera, 1947

Más tarde, la pintura se popularizó. Fue así como La Calavera Garbancera, se transformó en La Catrina, y se convirtió en un símbolo, y tradición de Día de Muertos que muchas artistas trabajan por mantenerla viva.

Una de ellas es Djael Kamffer de 28 años, quien lleva aproximadamente ocho años haciendo maquillaje artístico. Para ella, esta labor significa honrar el linaje de sus abuelos, sus tíos y su padre, que también fueron artistas, y poder expresarse a través de la pintura. Dice que así mantiene los colores, la tradición y la estética maximalista característica de México.

La maquillista Djael Kamffer en su puesto de trabajo.
Djael Kamffer en su puesto de trabajo. Foto: Cortesía Djael Kamffer

“Es muy importante seguir manteniendo todos estos colores, todas estas tradiciones, las calaveras, (…) para no olvidar nuestra historia”, señala Djael.

Actualmente, existe una gran variedad de diseños para pintar a las Catrinas, como lo afirman las maquillistas Yamiley y Djael. Dicen que cada artista coloca su toque personal de acuerdo con lo que los clientes elijan: si quieren pedrería, colores brillantes, más sombríos, diseños maximalistas, otros menos detallados, entre otras cosas.

Consuelo, de 55 años, paseaba por la Alameda Central luciendo un maquillaje con tonalidades frías y brillantes. Decidió maquillarse de Catrina por primera vez porque su esposo se lo sugirió. Confiesa que, además de rendir homenaje, para ella significa mantener viva la memoria de sus padres.

Mujer maquillada de Catrina, solo la mitad de la cara. Se observan contornos azules y base blanca.
Consuelo maquillada de Catrina mientras da un paseo en la Alameda Central. Foto: Paola Ramírez

Los precios varían dependiendo del diseño y lugar a donde vayan. Por ejemplo, para Yamiley y Djael, su rango de precios comienza desde los 100 y 150  pesos, y se puede extender arriba de los 400 pesos.

“Me gustaría que tratemos de normalizar un poco el arte, ¿no? Porque lo tenemos normalizado en películas y música, pero nos olvidamos de nuestros vecinos que crean cosas”, dice Djael.

Adriana, de 28 años, proveniente del estado de Sonora, optó por un maquillaje más sombrío. Decidió pintarse de Catrina porque fue su primera vez en el desfile de Día de Muertos en la Ciudad de México y buscaba divertirse. La Catrina representa para ella sus raíces y un recuerdo de sus abuelos, como también señala Evangelina, su acompañante, quien recuerda con cariño lo mucho que le gustaban los desfiles a su abuela. 

Mujeres jóvenes posan con su maquillaje de Catrina. Al fondo se observa gente en La Alameda.
De izquierda a derecha: Evangelina y Adriana mientras daban un paseo por Bellas Artes. Foto: Paola Ramírez

Finalmente, en el mismo artículo de la revista Vita Brevis, Gabriela Torres señala que, según las interpretaciones de la hoja donde apareció por primera vez La Calavera Garbancera, Posada quería recalcar con su obra un recordatorio que al morir, “todos seremos calaveras sin excepción y distinción de clase o nivel socioeconómico”.

Así, lo que comenzó como una caricatura satírica en 1910, años después se convirtió en un ícono y tradición de la cultura mexicana.