El portal Corriente Alterna celebró su tercer aniversario el sábado 20 de mayo pasado dentro de las actividades del Festival El Aleph. En la Casa Universitaria del Libro (Casul) se convocó a un conversatorio sobre periodismo, violencia y cultura de paz con Daniela Rea, Diego Enrique Osorno y Nayeli Roldán. Además se estrenaron dos cortometrajes documentales hechos por integrantes de la cuarta generación de la UIP. Alondra Reséndiz, egresada de la primera generación, cerró el evento con estas palabras.
Corriente Alterna comenzó siendo, sobre todo, un ejercicio de imaginación. Quienes integramos la primera generación no sabíamos muy bien cómo íbamos a hacer periodismo en una -todavía no inaugurada- Unidad de Investigaciones Periodísticas (UIP) de la UNAM. Tuvimos que imaginar, al lado de periodistas con experiencia, cuál era el oficio que queríamos ejercer y cómo íbamos a lograrlo.
Ahí estábamos, en febrero de 2020, un grupo de personas unidas por el deseo de contar el mundo, o mejor dicho, nuestros propios mundos. Imaginamos una agenda propia, una agenda que se fue construyendo desde nuestras vivencias en los pueblos o barrios, en las periferias o en el corazón de la urbe, en el monte o el asfalto. Aprender a mirar, aunque suene sencillo, fue el primer reto con el que nos encontramos, pero no el único.
En 2020, la pandemia llegó a nuestras vidas y a nuestra redacción. Y como vida y redacción no pueden separarse, de nuevo nos pusimos a imaginar. No digo «imaginar» como una idea abstracta, sino como una construcción rigurosa que implicó preguntarse: ¿cómo vamos a aprender y enseñar periodismo con tanto miedo, incertidumbre y dolor? Hoy, a la distancia, pienso que algunas respuestas están en los textos que se han publicado hasta ahora.
Visitar el portal de Corriente Alterna es conocer un sentido de época en nuestros territorios, y a su vez, la historia de esta Unidad es también la historia de las personas que la han creado. Cada texto es un tejido bordado por muchas manos. Hemos cuidado las palabras, esperando que también ellas cuiden de nosotres.
Con la sabia compañía de nuestras mentoras y mentores, las cuatro generaciones aquí presentes hemos narrado destrucción y derrumbes, pero también memoria, reconversiones y defensa. En las páginas de Alterna encontramos a mujeres que pedalean contra el patriar-carro y a un bosque que se resiste a morir. Conocemos otros mundos con los ojos de la niñez y aprendemos que la vida se puede reivindicar cuidándonos. Y a nuestro pesar, nos ha tocado hacer periodismo en un país donde nos hacen falta más de 100 mil personas desaparecidas y donde defender la vida de un río puede ser una condena de muerte. Pero también, desde un lugar donde hay personas que escanean libros como gesto de amor o prenden la lumbre con poesía, literatura o un saxofón. Donde las selvas y los humedales tienen guardianes cuyas voces debemos escuchar.
Aunque en términos temporales somos un medio joven que ha aprendido de las más experimentadas redacciones, estoy segura que hoy también puede ser al revés: los medios más antiguos pueden aprender algo de Corriente Alterna.
Hay que decirlo: no todo ha sido perfecto, porque no todo tiene que ser perfecto. Corriente Alterna también es sus errores, sus dudas, su adversidad. Y es justamente desde esas grietas que podemos, de nuevo, imaginar: Otras formas de hacer periodismo, redacciones más justas y mejores condiciones para ejercer el oficio en general, y en particular, el periodismo local.
Hace dos años, en la última reunión plenaria que tuvimos como primera generación, nuestra compañera Karina Feliciano dijo: “quiero recordar el 2020 no como el año de la pandemia, sino como el año de la UIP”. Me acuerdo todavía de sus rostros en esos recuadros pequeñitos, frente a una máquina. No sé si sea un logro; es, en todo caso, un motivo de celebración que hoy podamos vernos en persona y que cada vez seamos más y más. Una corriente con mayor potencia eléctrica. Una corriente que agranda el caudal del río.
Sigamos, pues, imaginando muchos años más para Corriente Alterna. Sigamos celebrando todo aquello que nos mantiene con vida.
Gracias UIP.