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“Contra el silencio: la libertad de prensa en México”

Rosa Beltrán junto a Andrés, Agustín y Jesús, los tres hijos de José Agustín (Foto: Cultura UNAM).

“No quería que supiéramos la clase de loquillo que era”: los hijos de José Agustín

Por: Daniel Rosendo
Mentoría: Sergio Rodríguez-Blanco
Fecha de publicación: 26 de abril, 2024

El homenaje a José Agustín en la Fiesta del Libro y la Rosa fue más que una rememoración de su obra literaria y musical: fue un acercamiento íntimo al hombre detrás de los textos, al padre y al lector insaciable, según describió la escritora Rosa Beltrán. Sus tres hijos, Andrés, Agustín y Jesús Ramírez Bermúdez, compartieron sus recuerdos personales y ofrecieron un vistazo al primer contacto que tuvieron con las obras de su padre.

Andrés reveló que su padre no les permitía leer algunos de sus libros cuando tenían 13 o 14 años, como Círculo vicioso, una obra que coloca a cuatro jóvenes en una dinámica carcelaria. Agustín señaló que su padre establecía un orden específico de lectura para sus libros a medida que crecían: “Se protegía, o sea, no quería que supiéramos la clase de loquillo que era, pero ya lo intuíamos”, comentó.

José Agustín emergió como figura en la literatura mexicana durante los años sesenta y setenta y pronto se distinguió por su estilo irreverente y su crítica social aguda. Autor de obras clásicas como De perfil y La tumba, su narrativa captura el espíritu de una generación desencantada, mezclando el lenguaje coloquial con reflexiones sobre la identidad y la resistencia cultural.

Más allá de su carrera como escritor, José Agustín se destacó, según sus hijos, por ser un padre excepcionalmente presente: “Despertaba tarde, siempre comía con nosotros y muchas veces cenaba con nosotros. Es decir, cualquiera de sus pecados fue por estar presente, pero no ausente”, explicó Jesús.

Tener como padre a José Agustín aseguraba una vivencia marcada por su “espontaneidad desbordante”. Como padre, subrayaron sus hijos, favoreció siempre una educación lúdica, poco convencional y muy arraigada en la experiencia directa con la música, las artes visuales y la literatura. “Hasta el último minuto de nuestras vidas era una aventura permanente. Entonces esa era la clase de loquillo que era”, recordó Jesús.

Agustín hijo también destacó la “doble moral psicodélica” de su padre, marcada por una “espontaneidad e imaginación desbordante” que transformaba las historias clásicas de la literatura griega en narraciones lúdicas y oníricas que reflejaban el “mundo de creaciones y de aventura permanente de su padre”. Jesús añadió que las noches eran cruciales en el proceso creativo de su padre: “Se le veía excitado, ya en su mundo de creaciones, imaginando y casi degustando lo que iba a escribir”.

Los hermanos también discutieron lo complicado que era vivir bajo la sombra de una figura tan reconocida, especialmente en su infancia en un entorno casi rural, ajeno a la fama literaria.

“De repente, nos llevaba a la Ciudad de México a eventos donde cientos esperaban para obtener un autógrafo, y yo solo podía admirar la paciencia de este hombre”, compartió Agustín sobre su padre.

El acto también contó con la participación de Jaime López y el escritor Julián Herbert. Ambos, a través de música y literatura, como en la canción La tumba vive y el poema Navío de China de Francisco González de León, evocaron los recuerdos de las calles de la Ciudad de México y los viajes bohemios por carretera.

Jaime López interpreta una de las canciones de su propia autoría (Foto: Cultura UNAM).

Al finalizar, Agustín hijo resumió el legado de su padre: “Una voz que se va apagando lentamente, pero acompañada siempre de sus libros y de la música que amaba. Estar aquí sentados es algo que, sin duda, le habría encantado. Como se dice por aquí, su obra puede ser trágica, pero su espíritu siempre fue festivo”.

Como postdata al evento, Jesús reflexionó en entrevista: “José Agustín no solo escribió para los jóvenes; sus libros invitan a todos los que deseen explorar la literatura y su vínculo con la vida”. 

Un público vasto celebraba entre vitoreos la intervención de dos artistas (Foto: Cultura UNAM).